Algunos dictadores tienen una suerte endemoniada. La validación de por parte de la revista científica británica The Lancet de un estudio, que estableció la eficacia de la vacuna rusa Sputnik V en un 91.6% representa un golpe de fortuna para Vladimir Putin. "Demostramos la excelencia de una Rusia despreciada y sancionada por Occidente! ¡Sputnik V es la "mejor vacuna del mundo!", Se apuró a exclamar el dictador poco después de enterarse de los resultados. Se disipaba el escepticismo inicial de parte de comunidad científica internacional respecto a la vacuna rusa. A Putin le urgía este tanque de oxigeno, con Rusia atravesando una grave crisis socioeconómica y con las calles llenas de manifestantes que protestan por el arresto del líder de la oposición, Alexei Navalny. El panorama ruso es desolador: el rublo se ha colapsado, el desempleo juvenil es imparable, la inflación esta desatada, la merma de las prestaciones públicas es ingente, más de 20 millones de personas dependen de los subsidios sociales, el déficit del sistema de pensiones es rampante y la estructura económica de este gigantesco país representa solo el 2.5% de las exportaciones mundiales. La Gran Rusia aun padece excesiva dependencia de las exportaciones de gas y petróleo. Y a todo esto ahora habrá que sumar los efectos negativos de la pandemia
El régimen de Putin teme la posibilidad de enfrentar algún tipo de "Revolución de Flores y Colores", como las que han afectado a otras ex repúblicas soviéticas (La Revolución de las Rosas en Georgia, la Naranja en Ucrania, la de los Tulipanes Kirguistán, la Blanca en Bielorrusia) que movilice la sociedad contra la carestía de la vida, la corrupción y el creciente autoritarismo. La cabeza del iceberg de este movimiento podría ser las recientes protestas convocadas por el la organización "Fondo de Lucha contra la Corrupción" tras la detención de Navalni. Ya hay más de dos mil activistas arrestados. Muchos analistas creen que esto es solo el comienzo de los problemas para el régimen porque Navalny se convirtió no solo en una fuerza política sino en una moral. Ya no es solo la oposición política, sino la sociedad civil la que está irritada por la crueldad y el comportamiento abusivo de la policía y los tribunales ante el movimiento de protesta. Y, para colmo, en septiembre de este año está programada la celebración de las elecciones parlamentarias para renovar a la Duma.
Pero de repente ¡El Hado de Polícrates! a Putin se le abre un abanico de oportunidades con su vacuna, porque más allá de sus cualidades científicas se trata de una ficha geopolítica. La Sputnik V ya fue homologada en una veintena de países como Bielorrusia, Armenia, Venezuela, Irán, Argentina, Argelia, Túnez, Pakistán y claro, México. Pero también los países de la Unión Europea están cayendo en el aro ante el retraso en las entregas de las vacunas de otras farmacéuticas. Hungría ya la tiene la Sputnik y Alemania, Francia y España analizan recibirla en cuanto la Agencia Europea de Medicamentos la apruebe.
Pero Putin no debería cantar victoria todavía. Un problema será los ritmos de producción de la vacuna y las entregas. No debe perderse de vista que el principal interés de Putin es ganarle el pulso a los europeos, y ello podría retrasar las entregas a países latinoamericanos, sí, como México. Según el gobierno ruso existe la capacidad de poner a disposición de Europa más de 100 millones de dosis de aquí hasta el segundo trimestre de 2021. Derrotar a la competencia de las farmacéuticas europeas y norteamericanas significaría para Rusia su regreso a la élite científica mundial. El sector científico ha sido muy afectado por las crisis y la corrupción desde la caída de la URSS. Ahora, Putin puede demostrar que Rusia sabe algo más que exportar armas, minerales e hidrocarburos. Y no solo es el prestigio, la vacuna es un buen negocio que supone hasta 100 mil millones de dólares en ingresos. Y para un megalómano como Vladimir Putin, bueno, sería su propio "Efecto Sputnik".
"Sputnik", desde luego que la elección de este nombre es altamente simbólico. Se trata de un homenaje al primer satélite del mundo, lanzado por la Unión Soviética en 1957, proeza que significó una escándalo en Estados Unidos. De repente, en la Casa Blanca se dieron cuanta de que el adversario los estaba superando en la carera tecnológica. El satélite, que fue lanzado desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, llegó a orbitar la tierra a una distancia de 938 kilómetros y obtuvo información acerca de la densidad de las capas altas de la atmósfera y la propagación de las ondas de radio en la ionosfera. Estados Unidos debió esperar hasta el 1 de enero de 1958 para lanzar su primer satélite, el Explorer I. Se desataba la carrera espacial con ventaja para los soviéticos. Eso sí, años más tarde el proyecto espacial ruso naufragó y fue Neil Armstrong el primer hombre en pisar la luna. Pero en su momento el efecto propagandístico del Sputnik fue enorme. Una gran noticia mundial de la que todo el planeta se enteró. Hasta la fecha se habla del "Efecto Sputnik". Cualquier persona con un conocimiento mínimo de la historia contemporánea sabe lo que fue el Sputnik. Por eso no conocerlo y ni siquiera pronunciar bien el nombre (decir, por ejemplo, "espunic" por Sputnik) denota una supina ignorancia y una absoluta ausencia de formación intelectual, y eso por muy "enfermito" que se esté. ¡Qué vergüenza!
Pedro Arturo Aguirre
Etcétera
6/Feb/21