Pensar en los alemanes como víctimas de crímenes de guerra a manos de potencias extranjeras durante el predominio de la Alemania Nazi resulta inverosímil y quizá hasta ridículo, pero así fue, ni más, ni menos. Es la conclusión que uno saca tras la lectura del libro El Incendio (Der Brand) del historiador Jörg Friedrich, que toma como motivo principal de sus indagaciones cómo los civiles alemanes sufrieron los bombardeos masivos de los aliados. Más de medio siglo después del fin de la II Guerra Mundial, Friedrich se coloca por primera vez en el punto de vista de las víctimas alemanas, de sus experiencias y sufrimientos. El libro de ninguna manera es nuevo, salió publicado en 2002 (pero apenas lo leí yo, que quieren. Evidentemente, la mera suposición de que estadistas como el mitificado Churchill provocó, en su momento, una pavorosa polémica. Obviamente, en el Reino Unido la obra de Friedrich no gustó y los periodistas británicos no dejaban de preguntarle al autor si se atrevía a insinuar que Winston Churchill (quien acababa de ser situado en una encuesta de la BBC como el británico más importante del siglo XX), era un criminal de guerra. Friedrich asegura que no es ése el propósito del libro, pero apunta, según recogió entonces Der Spiegel, que “en un sentido jurídico Churchill no podría ser nunca un criminal de guerra, dado que los vencedores, aunque cometan crímenes, no pueden ser juzgados”. Suficiente para que estallara una bomba en los delicados oídos ingleses. El historiador británico Correlli Barnett calificó a Friedrich de “revisionista peligroso” por su intento de “equiparar moralmente” a Churchill y los criminales nazis. Friedrich relata cómo Churchill veía en el bombardeo de las ciudades alemanas el único intento con posibilidades de éxito de acabar antes la guerra después de minar la moral del enemigo.
También evoca cómo el propio Churchill, al ver una película sobre los bombardeos, se preguntó en voz alta: “¿Somos unos bestias? ¿Hemos ido demasiado lejos?" La campaña aérea aliada sobre alemana equivalió a una incesante lluvia de fuego y destrucción, de proporciones bíblicas que arrasó Alemania. Miles de aviones aliados, británicos y estadounidenses principalmente, destruyeron sin piedad Dresde, Hamburgo, Pforzheim, Dortmund, Darmstadt, Kassel.... Decenas de ciudades y edificios históricos formados lentamente desde la Edad Media desaparecieron. Durante años, aplastados por el horror nazi, los historiadores alemanes apenas se dedicaron a este capítulo de su historia. Friedrich puso punto final a ese silencio cargado de culpabilidad de los alemanes.
Su tesis se basa en minuciosas investigaciones que, en su opinión, prueban que los bombardeos masivos sobre estas ciudades no tenían objetivos militares. Que el mando aliado, en un momento dado, fue consciente del nulo valor militar de los ataques. Y que, pese a ello, siguió enviando miles de aviones con la panza repleta de fuego y muerte hacia Alemania. Y más paradójico aún: los bombardeos no cumplieron con el objetivo de minar la moral alemana (la nación luchó casi hasta el último soldado) ni logró minar de manera definitiva la capacidad productiva alemana.
Friedrich, académico independiente, está muy lejos de ser sospechoso de tender puentes con los ultraderechistas. Fue trotskista en sus tiempos de estudiante y participó en los movimientos del 68. Muchos de sus libros versan sobre los crímenes cometidos por los nazis. Forma parte de los intelectuales de izquierdas que comienzan en Alemania a recuperar el pasado desde otro punto de vista. Simplemente, como hiciera primero W.G. Sebald y más tarde Günter Grass en A paso de cangrejo, , Friedrich reivindica el derecho de los alemanes a recordar a sus víctimas, en su caso con el reconocimiento histórico de los hechos. En la presentación de A paso de cangrejo, Günter Grass subrayaba que los alemanes "tienen derecho a rendir homenaje a sus propias víctimas". Así, en la novela rememora la tragedia del Wilhelm Gustloff, un barco alemán hundido por un submarino soviético cuando transportaba a miles de personas, muchas de ellas mujeres y niños, que huían del avance del Ejército Rojo. Grass se lamenta en esta obra de que hasta ahora solamente la ultraderecha haya tenido presente el papel de víctima del pueblo alemán en la contienda mundial. El protagonista principal de a Pasa de Cangrejo afirma: “Nunca deberíamos haber silenciado este sufrimiento solo por el hecho de que nuestra culpa era omnipresente y nuestros lamentos ocuparon todos esos años, mientras dejábamos que la ultraderecha se apropiara de esa realidad".
Estoy de acuerdo con que se publiquen estas fotos porque por años Estados unidos y Gran bretaña se la Union sovieta se presentan como salvadores del mundo preo a costa de que?? la bomba nuclear tirada en hiroshima y nagasaki fue algo absurdo y murieron miles de personas sin razon, solo por el hecho que estados unidos buscaba venganza, quien culpa a este pais por ello??
Publicado por: Sergio | 17/08/09 en 11:17
He tenido la oportunidad de leer esos dos libros "a paso de cangrejo" y el "Incendio", es increible como los vencedores hacen la historia sin embargo no están eximidos de su culpabilidad y de haber sido criminales de guerra al igual que los nazis, no hay diferencia los bajos escrúpulos de churchill, Roostvelt y Stalin llevaron a cometer estos cínicos atentados contra la Humanidad y nadie fué juzgado nunca, al igual que la tragedia del Gusttloff, ¿Fué juzgado algún Ruso por este crimen? no, nadie lo fué estaban sedientos de venganza, estoy de acuerdo que la guerra nos lleva a lo peor pero asesinar indiscriminadamente pero a mujeres, ancianos y niños es el colmo de las aberraciones humanas, Alemania debe y está obligada a clamar justicia tambien, no todos los alemanes fueron malos como los aliados le hicieron creer al mundo, tambien las bombas atomicas son crimenes sin castigo,los Alemanes y Japoneses de hoy día deben rendir tributo a las víctimas y mostrarlo a las generaciones futuras para estas tragedias nunca se vuelvan a repetir.
Publicado por: Lucio | 18/01/12 en 16:06